The shopping mall is a utopian place. An entire city is assembled in ideal-typical form below a glass roof under which time would appear to be frozen. Tropical plants create a paradise-like atmosphere. The wares displayed in shop windows patiently await their future owners. Apparently, they possess no more life of their own than the mall as such. Architecture and merchandise alike seem mute. And yet, they do possess a voice. The stories they could tell if they wanted to! The floor-tiles, for instance, that remember the footsteps of every shopper who walked across them without even noticing what was under their feet. And the consumer goods on sale have first-hand knowledge of people’s futile attempts to find happiness in them.
Die Shopping Mall ist ein utopischer Ort. Die ganze Stadt findet sich idealtypisch unter ihrem Glasdach ein, unter dem die Zeit stehen geblieben zu sein scheint. Tropische Pflanzen erzeugen eine paradiesische Atmosphäre. In Schaufenstern warten die Waren geduldig auf ihre zukünftigen Besitzer. Ein Eigenleben scheinen sie ebenso wenig zu haben, wie die Mall als solche. Architektur und Waren wirken stumm. Und doch haben sie eine eigene Sprache. Was haben sie nicht alles zu erzählen? Wer, wenn nicht die Bodenfliesen, erinnern die Schritte all jener Passanten, die einmal über sie hinweg gegangen sind, ohne sie jemals zu beachten? Und wissen die Waren nicht am besten von den vergeblichen Versuchen der Menschen, in ihnen das Glück zu suchen?
El shopping es un lugar utópico. Como un conglomerado típicamente ideal, la ciudad entera se da cita bajo su cubierta de vidrio, donde el tiempo parece haber quedado detenido. Las plantas tropicales generan una atmósfera paradisíaca. Exhibidas tras las vidrieras, las mercancías esperan con paciencia a que llegue su próximo dueño. Al igual que el mismo shopping, éstas no parecen tener vida propia. Pese a que tienen su propio lenguaje, la arquitectura y las mercancías permanecen calladas. Pero ¿no tendrían mucho para contar? ¿Quién, sino las baldosas, recordarían mejor las huellas de todos los que alguna vez han paseado por ellas sin prestarles la más mínima atención? ¿Y acaso no son las mercancías las que mejor conocen los intentos vanos de las personas de encontrar en ellas la felicidad?
La experiencia en el shopping mall hace que las cosas hablen. Los participantes se sumergen en el submundo del intercambio de mercancías, que tiene lugar lejos de la luz del día. Allí escuchan lo que les susurran las cosas, que los invitan caprichosa y equívocamente a explorar en secreto el espacio vigilado, y los exhortan a realizar acciones ajenas al consumo.

(Produced for Ciudades Parallelas, HAU, Berlin. The piece exists in german, english, spanish, polish, dutch, croatian)